Zulema Trejo Contreras, Profesora investigadora de El Colegio de Sonora

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha estado fascinada por los fenómenos que desafían la explicación racional. Fantasmas, hadas, presencias etéreas ,y mensajes del más allá, pueblan nuestras leyendas y miedos nocturnos. Sin embargo, es en la segunda mitad del siglo XIX cuando esta curiosidad trasciende el folklore para acercarse a los límites de la investigación formal. La era victoriana, con su peculiar mezcla de rigidez moral y fascinación por lo oculto, se convierte en el caldo de cultivo para el nacimiento de la investigación paranormal. 

La investigación paranormal adquiere un carácter más formalizado hacia finales del siglo XX cuando se produce la transición de la mera especulación a intentos serios de validación científica. La tecnología ofrece herramientas antes inimaginables: cámaras térmicas capaces de detectar variaciones de temperatura atribuidas a presencias incorpóreas; grabadoras de audio amplificado que buscan capturar voces del más allá; medidores de electromagnetismo que sugieren fluctuaciones inexplicables. Y quizás, de manera más sorprendente, la investigación histórica se erige como pilar fundamental de esta nueva era de cazadores de fantasmas. Conocer la historia de un lugar, las tragedias que lo marcaron, las vidas de aquellos que lo habitaron, se convierte en un paso esencial para comprender y, potencialmente, interactuar con lo paranormal. 

Pero, ¿puede este esfuerzo por enmarcar lo paranormal dentro de un contexto científico legitimar su estudio? La comunidad científica tradicional se mantiene escéptica. Argumentan que la falta de evidencia replicable y el método científico son obstáculos insuperables que relegan a lo paranormal al reino de la pseudociencia. En contraposición, los defensores de la investigación paranormal sostienen que los fenómenos que estudian simplemente operan bajo principios aún no comprendidos o descubiertos por la ciencia convencional. 

En la actualidad, la investigación paranormal se encuentra en una encrucijada. La tecnología ofrece nuevas vías para explorar estos fenómenos, pero también plantea preguntas sobre la veracidad y la interpretación de las "evidencias" recopiladas. En este contexto, el estudio de lo paranormal se mantiene como un reflejo de la eterna curiosidad humana por descifrar los secretos que yacen más allá de la luz de la ciencia.