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Julián Robles Ibarra

Historia Ambiental:

Réquiem por un planeta moribundo 

Abusamos de la tierra porque consideramos que nos pertenece. Cuando la veamos como una comunidad a la que pertenecemos, puede que comencemos a usarla con amor y respeto.

Aldo Leopoldo

Introducción

El hombre es un ser curioso: Entre más tiene, más quiere. No nos preocupamos demasiado averiguando de dónde provienen las cosas que usamos. A una gran parte de la población - sobre todo en el mundo occidental- no le atormenta las consecuencias de sus actos. Vivimos en una sociedad embrutecida por el afán de logro más que por la idea de bienestar, de servir o de conservar. Sufrimos por poseer los gadgets más modernos (sin importar donde queden los que desechamos), nos gusta ver y ser vistos luciendo los accesorios de moda, los elementos que una sociedad de consumo establece como “indispensables”.

Este comportamiento ha demostrado ser, no solo irresponsable, sino suicida. 

Las últimas noticias sobre “contingencias ecológicas” en las grandes ciudades de la tierra así lo demuestran. La megalópolis llamada Ciudad de México es un ejemplo de todo aquello que NO se debe hacer. Hemos olvidado que, como sociedad, vivimos en la tierra, con la tierra y por la tierra.

La historia ambiental nos permite adentrarnos en el estudio de los elementos naturales, sociales, económicos, entre otros. 

A continuación, presento algunas ideas al respecto producto de las experiencias y lecturas de este semestre.

A lo largo de la historia, las tecnologías de una generación crearon problemas para la siguiente. Tenemos que encontrar una forma de manejar esto.

Steve Ryder

Historia ambiental: Antecedentes.

En años recientes lo “ambiental” se ha puesto de moda. Es fácil percatarnos de la universalidad del enfoque ecológico; de la idea, cada vez más aceptada, de un cambio climático provocado por el hombre o al menos, acelerado por sus sistemas de producción y consumo. 

Este y otros fenómenos, exigen respuestas, obligan a replantearse el futuro mirando al pasado.

La historia, en su búsqueda de explicaciones, en su afán de comprender las causas y consecuencias de la acción humana, no ha sido ajena a este acercamiento a lo “eco-biótico”. El quehacer del hombre ha dejado huella, no siempre grata, en la faz de la tierra. El estudio de estas acciones, así como sus efectos a través del tiempo, han sentado las bases de varias disciplinas naturales y ahora sociales, entre ellas la historia ambiental. Esta, aunque de relativa nueva factura, ya cuenta con un importante cumulo de investigaciones que tratan de encontrar las explicaciones necesarias. Gallini (2005) lo expresa en los siguientes términos: “La razón fundamental por la cual es pertinente y legítimo hablar de “historia ambiental”, no como moda efímera, sino como campo serio del saber histórico, es la masa crítica que ha alcanzado”. 

En este sentido, son muchos los autores que están dedicando sus esfuerzos a construir las bases teórico metodológicas que nos permitan enfrentar las interrogantes ecológicas desde la historia. Más adelante Gallini (2005) afirma que estos esfuerzos pueden ser clasificados en tres ramas:

La primera se refiere al estudio de las interacciones de determinadas sociedades humanas con ecosistemas particulares y en continuo cambio.

La segunda dirección de marcha de la historia ambiental apunta a investigar las variantes nociones culturales de la relación hombre-naturaleza, es decir, las ideas que distintas sociedades han tenido de la naturaleza. El tema…es de gran relevancia, ya que la forma en que las sociedades conciben la naturaleza informa continuamente sus actuaciones con respecto al medio ambiente.

Finalmente, la tercera dirección abarca la política ambiental, entendida como ciencia de lo político referido al medio ambiente - y por lo tanto incluyendo los movimientos ambientalistas y el ambientalismo tout court - y también como concretas decisiones institucionales y legislativas relativas al manejo y la protección del medio ambiente. 

Coincidimos con la autora en su división de los estudios hechos hasta la fecha en estas tres ramas, sin embargo, creo que debemos agregar una cuarta categoría que tendría que ver- de manera separada- con los efectos concretos de la contaminación o la alteración de ecosistemas y su afectación en comunidades específicas.

Aquí debemos resaltar que la historia ambiental, a diferencia de la ecología pura o la biología, se preocupa en mayor medida por la interacción humana con su entorno y como los cambios que esta interacción provoca afectan a las sociedades. Gallini (2005, p.4) lo expresa así: “Por otro lado, las historias ambientales escritas por ecólogos históricos o en general científicos naturales tienden a ser páginas sin huella humana, ni rastro de interacción social, y con escasa apreciación del papel de la cultura como actor histórico, como lo denunciaba Linda Merricks en 1996”. 

En este sentido la historia ambiental tiene una aproximación multidisciplinaria ya que además de recurrir a las fuentes tradicionales, como archivos, documentos, fotos, testimonios, etc. utiliza las herramientas y conocimientos generados en otras áreas de investigación. No solo aprovecha las aportaciones de la ecología o biología, sino también de la economía, agronomía, arqueología, geología, dendrocronología, entre otras. 

Esto abre posibilidades importantes en la interpretación de los fenómenos producto de la actividad humana.

En cuanto a los temas que le interesan, la historia ambiental cubre un amplio espectro: De la agricultura, la evolución de los sistemas de siembra, cosecha y aprovechamiento hasta la minería y sus resultados. La evolución de los sistemas de energía, el impacto urbano en los ecosistemas cercanos, la deforestación, la pesca, etc.

Radkau (1993) describió la historia ambiental de una manera poética, en los términos siguientes:

…si uno da rienda suelta a su imaginación sueña con una nueva forma sensible de historia total: con una historia en la que se pueda disfrutar del susurro de los bosques, el murmullo de los arroyos y en la que se puedan respirar fragancias florales; una historia de un alcance inmenso que al mismo tiempo garantice una sensación nueva de seguridad en el mundo. Al acercarla a la historia total, Radkau (1993, p. 120) admite la amplitud del alcance que la historia ambiental ofrece. Sin embargo, al mismo tiempo hace algunas observaciones en cuanto al método y procedimientos que es necesario resaltar. 

Los presenta en nueve puntos que nos invitan a reflexionar y que presentamos de forma sucinta por ser de gran importancia ilustrativa, a saber: 

 1. ¿Qué hacer?: …qué tipo de tareas son primordiales y qué metas se pueden alcanzar en un plazo previsible. 

 2. Sobre la definición e investigación histórica: Una importante tarea de la investigación medioambiental histórica consiste en identificar cadenas de efectos involuntarios de las acciones humanas. 

3. Los historiadores del medio ambiente ante la obligación de la especialización: El destino de la investigación medioambiental depende fundamentalmente de la capacidad interdisciplinaria de los científicos. 

4. ¡Hacer lo indiscutible discutible!: Para que se pueda crear una red de comunicación con la profundidad deseable~ han de ser identificados en primer lugar~ temas de discusión.

5. ¿Vuelo de altura olímpico historia de juglares?: Las distintas apreciaciones existentes sobre la historia del medio ambiente se mueven en terrenos tan dispares. (O se hace una historia humanista del medio ambiente o una historia polémica que busque culpables). 

6. ¿Ha existido también en el pasado una conciencia ecológica y, de ser así, en qué se ha notado? ¿Qué quiere decir, en realidad, tener conciencia ecológica? Reconocer el derecho propio de la naturaleza: El análisis de la conciencia ecológica del hombre a través del tiempo. 

7. Ordenanzas forestales, delitos forestales y equilibrio: Hacia un valor paradigmático de la historia del bosque: Identificar las formas de explotación y conservación del bosque a través de las ordenanzas forestales. 

8. Un punto crítico: La relación con las ciencias naturales: Se debe definir la relación a seguir entre ambas disciplinas. 

9. Investigación histórica del medio ambiente y movimiento ecologista: Hay dos enfoques propuestos; que la historia ambiental debe tener un compromiso con las políticas ambientales mientras que el otro afirma que se debe liberal de lo político. 

Creo que, con estos nueve puntos, Radkau define los retos que enfrenta el desarrollo y ejercicio de la historia ambiental, a pesar de que este escrito data de 1993. Sus afirmaciones aún tienen validez, sobre todo al puntualizar que la historia ambiental se centra en las acciones “involuntarias” del hombre que tienen efecto en el medio ambiente.

El génesis de la historia ambiental no es reciente, en Meléndez (2012) observamos que se remonta al siglo XIX, si bien les da énfasis a las aportaciones de la escuela de los Annales, ubica el nacimiento de esta disciplina en la historiografía norteamericana. 

Hace una afirmación importante al decir que “Para comprender el proceso de gestación de la historia ambiental hay que ubicarse en los esquemas mentales propios de la civilización occidental”. Efectivamente encontramos que occidente ha creado la mayor parte de los problemas, pero al mismo tiempo, es donde se manifiestan las primeras muestras de genuina preocupación ambiental. Más adelante Meléndez (2012, p.7) afirma que: “También hay que mencionar que el inicio de la experimentación con la energía nuclear, y concretamente, la detonación de la bomba atómica en Nuevo México en 1945, despertó una preocupación popular por la ecología”. De esta manera, con esta afirmación comprendemos que la posibilidad de un desastre atómico crea un sentido de temor colectivo en la psique occidental que impulsara la revalorización del medio ambiente. Esta “espada de Damocles” abrió la puerta a la posibilidad de una destrucción masiva a escala global. Es en este ambiente que surgen los primeros trabajos que podemos identificar con la historia ambiental. 

Meléndez (2012, p.11) nos recuerda que “El principal reto de la historia ambiental consiste, como bien lo ha señalado Worster, en construir un puente que permita la comunicación, por muchos años interrumpida, entre las ciencias naturales y ambientales y los estudios históricos, incluyendo aquí todas las humanidades y estudios de la sociedad y la cultura”.

Otro ejemplo importante que nos muestra la fragilidad humana con relación a sus sistemas productivos nos lo presentó Pérez (2000) al referirse a los problemas agropecuarios y forestales que han preocupado a los investigadores norteamericanos. 

En este sentido, hace una breve reseña del rumbo que han tomado estas investigaciones y lo vincula con algunos científicos de gran renombre: Desde Turner con su estudio de la frontera hasta Nash y Hayes. También vincula a la historia ambiental con la escuela de los annales y su contribución al desarrollo de otros enfoques. Así mismo, Pérez (2000) menciona otras influencias de la historia ambiental que identifica en los siguientes términos:

El análisis espacial es una constante de los historiadores ambientales desde sus orígenes y sigue hoy día. Los modelos de carácter local con proyección a ámbitos más extensos (…). De la historiografía inglesa no es difícil percibir el regusto por la tradicional "Local History" o por los estudios del paisaje en perspectiva histórica, especialmente el humanizado…De la influencia germana destaca K. Wittfogel. Intentó explicar los procesos de cambio en las sociedades destacando la importancia de los factores naturales y entrelazando diversas disciplinas en su investigación.

El movimiento ecologista aporta otro impulso a los estudios ambientales y finalmente, el tema “Ecológico” se vuelve políticamente correcto, se convierte en tema de la agenda gubernamental después de los años 60's tras la guerra de Vietnam. 

El gobierno de los Estados Unidos se involucra en la implementación de leyes encaminadas a proteger el medio ambiente. Surge así otros movimientos que, vinculados, buscan crear consciencia e impulsar cambios sociales profundos.

En el caso mexicano, Boyer (2007) analiza la preocupación del gobierno mexicano por conservar los bosques, no por razones estéticas, sino por la preocupación – señalada por algunos científicos mexicanos – por la posible degradación del suelo. 

Esto podría tener consecuencias negativas en la producción agrícola, con la consiguiente crisis alimentaria. En este sentido, hace también un análisis de las políticas de reparto agrario durante el régimen Cardenista y la organización de cooperativas de silvicultura para promover la explotación racional forestal - al menos esa era la intención del gobierno federal - sin embargo, esto no funcionó al no lograr los resultados esperados. 

Las cooperativas no consiguieron lo que se esperaba de ellas, en gran medida debido a las viejas prácticas mentales de los campesinos incluida la tala clandestina. En este punto podemos detenernos y afirmar: Son las ideas de explotación y uso de los recursos naturales lo que nos está llevando a un punto de no recuperación.

Continuando con el caso mexicano, Aboites (2012), Boyer (2012) y Santiago (2012) presentan un análisis del uso del agua, de la historia ambiental en nuestro país y de historia de la industria petrolera. En estos ejemplos, las perspectivas no resultan alentadoras. 

Encontramos las prácticas depredadoras a lo largo de la historia reciente. La voluntad de conservación se ve opacada por el deseo de lucro o por la corrupción, tan rampante en los países latinoamericanos. Las políticas gubernamentales estuvieron más encaminadas a satisfacer compromisos personales o, sencillamente, estuvieron destinadas a solo ser letra muerta en alguna ley o documento. 

Bajo este panorama, no debe extrañarnos que, en la actualidad, grandes zonas de nuestro país presenten un estado desastroso o simplemente hayan desaparecido totalmente. Desde la selva del sur, la meseta central, las praderas del norte hasta el desierto de Sonora, todo el territorio ha estado en continuo peligro de desastre ecológico.

El noroeste de México presenta características muy especiales. 

El espacio está dominado por un clima seco, árido en gran parte y con grandes zonas desérticas. Sin embargo, aún en estos desiertos, la vida ha florecido de diversas maneras y han sido espacios donde el hombre ha logrado establecerse. Es en este entorno donde se enmarca la propuesta conceptual de Cariño (2014) que ha denominado “Oasisidad”. 

La autora define este concepto como la cultura que se desarrolla a partir de la vida alrededor del espacio geográfico del oasis. Se forma así una cultura “oasiana” cuyos principios son la autosuficiencia, austeridad y aprovechamiento variado e integral de la diversidad biótica. 

Así mismo propone vincular esto principios a las políticas públicas que impacten en la conservación de este equilibrio ecológico particular.

Finalmente, Cariño (2014, p. 103) propone seis puntos para que la “oasisidad” sea la base del desarrollo sustentable local: 

 1. Promover la autosuficiencia alimentaria retomando los principios agroecológicos de la oasisisdad. 

2. Hacer de los oasis centros de producción agroecológica aplicando los principios de la agricultura tradicional. 

3. Proteger la integridad de la agro diversidad de cada oasis, sus recursos hídricos y su paisaje. 

4. Conservar la “culturaleza” de la oasisidad, fomentado el arraigo de las poblaciones en los oasis. Cuidando conservar la integridad del lugar. 

5. Ordenar y salvaguardar los territorios de la oasisidad. Promoviendo la resolución de conflictos, resolviendo la tenencia de la tierra. 

6. Elaborar y poner en práctica programas de desarrollo local y/o de ordenamiento territorial, diseñados para cada oasis. 

Con esta propuesta, vemos la posibilidad que – desde la historia ambiental – presenta el estudio de los temas de conservación traducidos a políticas públicas. No es posible un cambio efectivo en los patrones de conducta, producción y consumo de nuestra sociedad sin el binomio “Políticas públicas- cambio social”. 

Finalmente, un tema que debo resaltar por el impacto que tuvo a título personal, es el análisis del impacto – en términos de huella de carbono – que tiene la tradición tan “sonorense” de la “carnita asada”. En efecto Narchi (2015) nos plantea esta situación al profundizar en los aspectos ambientales que conlleva la preparación de tan típico manjar. La quema de material vegetal, con la consiguiente emanación de productos tóxicos a la atmósfera, es otro ejemplo de las prácticas cotidianas que las comunidades hacen sin tomar en cuenta los efectos negativos que producen. 

En este sentido, nadie puede decir que la intención de estas prácticas sea la de contaminar, sin embargo, su efecto es evidente y duradero. A medida que estas costumbres se generalizan, sus efectos negativos se multiplican.

Todos estamos en el mismo barco, a todos nos toca remar por igual, o, dicho en otras palabras, no tenemos la intención evidente de afectar al planeta, pero si debemos tener la disposición por ayudar a su conservación. Después de esta lectura, la carne asada no será la misma. 

 “No heredamos la tierra de nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos”

Proverbio nativo americano.

Conclusiones

Los temas ambientales han cobrado una gran importancia en la agenda mundial en los últimos años del siglo XX y se han convertido en primordiales en estos primeros años del siglo XXI. ¿Qué rumbo tomarán las investigaciones desde lo ambiental? Es obvio que seguiremos en la búsqueda de respuestas, desde la historia y desde el presente, pero, estoy seguro que cada vez lo haremos de manera más apremiante, con menos tiempo. 

Los elementos conceptuales, metodológicos y teóricos de la historia ambiental seguirán madurando, esperemos que las respuestas a las interrogantes que hoy nos planteamos ayuden a modelar un mejor futuro, debemos recordar que el hombre y el planeta están inmersos en una simbiosis, donde lo que le pase a uno, irremediablemente le afectará al otro. Lo preocupante – para nosotros - es que, si desapareciera el hombre, la tierra estaría mejor, pero si se destruye el delicado equilibrio natural que permite nuestra existencia, las consecuencias serían inimaginables. 

La esperanza radica en conocer, analizar y describir los caminos que hemos tomado, las decisiones que hemos implementado y las consecuencias que nuestros actos han de tener, sobre todo aquellos efectos “involuntarios”. Partiendo de ahí, es necesario “reeducarnos”; se trata de redefinir el rumbo que debemos tomar y tratar de salvar este planeta. Es el único que tenemos. 

Bibliografía 

 Aboites, Luis. 2012. “The illusion of national power: water infrastructure in mexican cities, 1930-1990”, en Boyer, Ch. (ed). A Land between waters. Environmental histories of Modern Mexico. Tucson: The University of Arizona Press, 218-244. 

Boyer, Christopher R. 2007. “Revolución y paternalismo ecológico: Miguel Angel de Quevedo y la política forestal en México, 1926-1940”, en Historia Mexicana, vol. LVII, Núm. 1, julio-septiembre, 91-138. 

Boyer, Christopher. 2012. “The cycles of mexican environmental history”, en Boyer R. Christopher (ed.), A Land between waters. Environmental histories of Modern Mexico, Tucson: The University of Arizona Press, 1-22. 

Cariño, Micheline. 2014. “Oasis: identidad geográfica sudcaliforniana y expresión local de la sustentabilidad”. En Oasis sudcalifornianos. Para un rescate de la sustentabilidad local, Michelin Cariño y Antonio Ortega (eds). Granada: Universidad de Granada. 73-106. 

Gallini, Stefania. 2005. “Invitación a la historia ambiental”, en Revista Tareas Núm. 120, Historia ambiental Latinoamericana, mayo-agosto, CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos “Justo Arosemena”, Panamá, 5-28. Recuperado de: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/panama/cela/tareas/tar120/gallini.rtf

http://centrosconacyt.mx/objeto/la-carne-asada-que-tan-amigable-es-con-el-medio-ambiente/ 

Meléndez Dobles, Silvia. 2002. “La historia ambiental: aportes interdisciplinarios y balance crítico desde América Latina”, en Cuadernos Digitales: publicación electrónica en Historia, Archivística y Estudios sociales, Vol.7, Núm. 19, Costa Rica: Universidad de Costa Rica, Escuela de Historia, 1-48. 

Narchi, Nemer E. 2015. La carne asada: ¿qué tan amigable es con el medio ambiente? Centro Públicos de Investigación CONACYT, centrosconacyt.mx. Recuperado de: 

Pérez Cebada, Juan Diego. 2000. Naturaleza y sociedad en perspectiva histórica: la historia ambiental americana, en Historia Agraria, 22, 207-227. Recuperado de:http://www.uhu.es/erel/docentes/perez_cebada/cv_investigador/docs/2000_Naturaleza_y_sociedad_en_perspectiva_historica.pdf

Radkau, Joachím. 1993. “¿Qué es la historia del medio ambiente?”, en González de Molina, Manuel y Juan Martínez Alier, (eds.), Ayer, Historia y Ecología, Núm. 11, 119-146. 

 Santiago, Myrna. 2012. “Class and Nature in the Oil Industry of Northern Veracruz, 1900-1938”, en Boyer R. Christopher (ed.), A land between waters, Tucson: University of Arizona Press, 173-191.   


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