Observatorios Urbanos


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Jorge Fernando Beltrán Juárez

¿El neoliberalismo se llevó los trenes en México? 

En días recientes Miguel Torruco Garza, diputado federal por Morena, presentó una iniciativa que tiene como objetivo retomar el servicio de trenes para pasajeros. La propuesta sin duda es interesante, y su pertinencia la sustenta en tres puntos. El primero, apela a la memoria colectiva de aquellas personas que en antaño les tocó viajar en ferrocarril y que ven con añoranza el servicio ferroviario que en otros tiempos rotuló al país. El segundo, y que parece dar viabilidad a un proyecto de este tipo, es la construcción del tren maya, cuyas expectativas son sinónimo de aliento. 

En tercer y último lugar, en los beneficios que puede representar dicho transporte.

La iniciativa en papel y en el discurso es sin duda seductora, pues como se ha apuntado, la existencia de un servicio de pasajeros a nivel nacional traería beneficios de consideración en la reducción de tráfico automotor, emisión de contaminantes, disminución en las horas de traslado, entre otras. Sin embargo, hay un largo trecho de reflexión histórica que es necesario caminar para plantear una propuesta formal, toda vez que el discurso del diputado retoma la línea del sexenio actual y ha culpado la desaparición del servicio al neoliberalismo, particularmente al sexenio de Ernesto Zedillo con la venta de la compañía estatal a empresas particulares norteamericanas, como la Kansas City Southern. 

El argumento neoliberal encaja con la perspectiva política actual, toda vez que se está buscando un cambio hacia políticas públicas de bienestar. Sin embargo, como se señalaba, la reflexión histórica deja ver una problemática con más intersecciones de las imaginadas. Es decir, culpar al neoliberalismo de la desaparición de una empresa estatal es simplificar un fenómeno por demás complejo.

Para entender la disolución del servicio de pasajeros en los Ferrocarriles Nacionales de México, y de la empresa en general, habría que buscar una explicación de larga duración, la cual podríamos situar desde el porfiriato y la entrega de concesiones a empresas privadas. 

La importancia de los documentos recae en la identificación de exenciones fiscales, subsidios, entre otros beneficios que permitieron la construcción de vías en el país. Esta revisión permitiría identificar problemáticas de fondo que pudieron representar una contrariedad al Estado.

En un segundo momento, se debe prestar atención, al problema tarifario, a la competencia de las empresas, y al tema de tráfico, lo que llevará a revisar un momento clave de la historia ferroviaria mexicana: la mexicanización. Fenómeno que se entiende como el proceso que inició en 1908 y donde el Estado mexicano asumió la participación accionaria en lo que denominó Ferrocarriles Nacionales de México. Aunque no fue sino hasta 1938 con la nacionalización de los Ferrocarriles, que el gobierno mexicano formó la empresa estatal. 

Sin embargo, una serie de fenómenos, a veces de forma encadenada, fueron aparecieron en el escenario y jugaron en contra de la empresa, como: la revolución y la destrucción del material rodante, el sindicalismo, el problema de la deuda, el tema tarifario, la competencia del automotor, la compra de empresas ferroviarias de menor calado e inoperantes, entre otros. 

En otras palabras, si bien los Ferrocarriles en México han sido vitales para la transformación del país, a lo largo del siglo XIX y XX, la experiencia ferroviaria mexicana ha sido harto complicada desde la parte operativa y empresarial.

En consecuencia, aseverar que la quiebra del servicio ferroviario mexicano se dio en la década de los noventa, reduce la explicación y simplifica un problema, omitiendo factores que a lo largo de los años fueron deteriorando la operación y finanzas de la compañía. 

Además, generar comparaciones con países europeos o Estados Unidos, que cuentan con un extenso sistema ferroviario, es desproporcional e innecesaria, pues sugiere que México en el corto plazo podría tener un sistema de riel para todo el país, ya sea retomando los viejos trazos o con nueva inversión. Sin embargo, aunque la situación es posible, habría que no olvidar que existen otros problemas derivados, como la dependencia tecnológica. 

Por su puesto, y finalmente, señalar y enfatizar que la quiebra de la empresa estatal ferroviario se hizo en la década de los noventa, es omitir toda una serie de problemáticas que en realidad fueron causas centrales del deterioro de la compañía, por lo que ignorarlas y no revisarlas, puede llevar a la elaboración de una mala política ferroviaria, que de por sí ya es complicada y con muchas interrogantes en el trasfondo.     

*Maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora.


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