Observatorios Urbanos


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Ramiro Antonio López

Las dificultades de ser migrante en tiempos del covid-19 

Abandonar el país de origen, la familia y los amigos para emigrar es sin duda una experiencia difícil en cualquier momento. Cuando la migración se realiza de manera irregular, la experiencia pasa de difícil a peligrosa y se convierte en una lucha por la supervivencia en la que algunos migrantes arriesgan hasta la vida. 

Se cuenta por miles a quienes han perdido la vida en el desierto tratando de llegar a Estados Unidos, y suman decenas de miles los que han muerto en los últimos años tratando de llegar a las costas europeas.

En la actualidad la experiencia migratoria ha alcanzado una mayor complejidad y altos niveles de vulnerabilidad, al menos en el entorno regional México-Estados Unidos, debido a la emergencia sanitaria provocada por el virus Covid-19. Esta amenaza biológica ha dado lugar a circunstancias particularmente difíciles para los migrantes en tránsito afectándolos desde diversos frentes. 

En primer lugar, su ya de por si restringida movilidad se ha visto más reducida ante el cierre de fronteras y los limitados medios de transporte. En su trayecto se ven expuestos a contraer el virus y ante la falta de acceso a la salud sus posibilidades de sobrevivir se ven disminuidas. Además, la mayoría de las organizaciones de apoyo a migrantes han tenido que limitar o descontinuar sus servicios de albergue, alimentación o salud de manera temporal como medida preventiva para limitar el riesgo de contagios. Muchos de los migrantes en tránsito o deportados dependen de los servicios que prestan estas organizaciones humanitarias y por lo tanto su situación se ha empeorado. 

Las y los migrantes que se aventuran a cruzar a Estados Unidos y son detenidos enfrentan la posibilidad de pasar días o meses en centros de detención migratorios, algunos de los cuales se han convertido en focos de contagio. De acuerdo con el Arizona Republic, en el centro de detención de Eloy, Arizona, el número de infecciones de Covid-19 aumentó de 22 a 123 en tan solo una semana en el mes de junio.

Otro elemento que resulta relevante en este contexto es la política migratoria estadounidense denominada Protocolos de Protección al Migrante, también conocida como Remain In Mexico Program. 

A través de este programa, las autoridades migratorias regresan a territorio mexicano a los solicitantes de asilo de terceros países, para que permanezcan aquí mientras sus solicitudes de asilo son resueltas. Decenas de miles de solicitantes fueron enviados a México desde enero del 2019. En varias ciudades fronterizas estos migrantes deben esperar por meses viviendo en condiciones infra humanas; miles de ellos hacinados en casas de campaña o en albergues con condiciones de higiene mínimas. 

El hacinamiento, las condiciones insalubres, la falta de una alimentación apropiada, la dificultad para mantener la distancia, así como el limitado acceso a los servicios de salud se convierten en el caldo de cultivo ideal para un contagio masivo. El primer caso se presentó ya el 30 de junio, es de esperar que el número de infecciones aumente debido a las condiciones previamente descritas y ante la agresividad de dicho virus.

La falta de políticas gubernamentales eficaces que atiendan la problemática hace que la respuesta de la sociedad civil sea más urgente que nunca. 

En la medida de nuestras posibilidades, y tomando las precauciones de salud correspondientes para protegernos y proteger a terceros, debemos apoyar tanto como nos sea posible los centros de apoyo a migrantes que existen en nuestra comunidad. Esto no es solo un imperativo moral y humanitario, es también una acción práctica que puede ayudar a prevenir un aumento en el número de infecciones. Como escuchamos de manera repetida, en esto estamos todos juntos.   


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