Observatorios Urbanos


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Víctor S. Peña Mancillas

Analizando las decisiones frente al Coronavirus: el receptor, el mensaje y el mensajero.

Las voces más esperanzadoras, dicen que esto del Coronavirus recompondrá todos los sistemas habidos y que volveremos a ser hermanos, cuidaremos del ambiente, del otro y nuestro cuerpo. Que ya terminó eso de ver la paja en el ojo ajeno. Otros, en las sombras, atreven una aseveración con menos esperanza: pasadas las cuarentenas, el aprendizaje será poco y, por lo mismo, en poco tiempo regresaremos a donde estábamos antes de tenernos que encerrar en nuestros propios espacios.

¿Alguna postura intermedia? Tal vez aquella que asume que la crisis saca lo peor y lo mejor de todos. Que algo aprenderemos. Que poco volverá a ser lo mismo; pero no por ello, todo lo que vendrá será mejor. 

Al caso lo anterior al observar las posturas frente a la petición/mandato de quedarnos en casa.

En lo que percibo, la cadena de razonamiento parece ser esta: primero, está claro que quedarse en casa disminuye los riesgos de infección; segundo, no hay forma de no enterarse que debemos quedarnos en casa; tercero, habrá quien no pueda quedarse en casa... pero quien puede y no lo hace, es egoísta. Cuarto, frente al egoísmo, los gobiernos pueden hacer lo que esté en sus manos para obligar a la cuarentena pues el bien de todos se sobrepone al bien de unos pocos.

¿Será así? Descalificar a quien puede y no hace cuarentena es el camino sencillo. Pero va una lectura alternativa. Y veremos qué genera:

Cuando lo que está en riesgo es la vida, qué difícil es estar en contra de las medidas que se dicten. Podemos, sin embargo, apreciar una pequeña fractura en la situación: en varios países, los sistemas de salud ya eran, en lo ordinario, insuficientes y deficientes. 

Dejando a un lado la responsabilidad personal que cada uno debe tener de cuidarse y cuidar a quienes le rodean ¿cuándo habrá de platicarse sobre las fallas del sector salud? Que, por cierto, son las razones de primera línea por la que se arriesga la salud de quienes están atendiendo los casos extraordinarios. Porque eso de que los líderes políticos reconozcan "héroes" en médicos, médicas y enfermeros está bien para la foto. Pero más que héroes, profesionales bien equipados y preparados es lo que se requiere. 

La falta de seguimiento a la petición/mandato de quedarse en casa ¿será culpa solo del receptor? Porque, nuevamente, me parece que hay gobiernos que están trasladando la responsabilidad de lo público a la espera privada. Otra vez: cuidarnos y cuidar a nuestros próximos está fuera de discusión. Pero los gobiernos deben ser efectivos y eficientes en la transmisión del mensaje.

Habrá gobiernos que se congratularán por aparecer, con vídeos, en redes sociales. Pero no todos tienen acceso a estos medios... Y no todos quienes están redes sociales esperan con ansias el mensaje de sus políticos.

Cabe la posibilidad de que el mismo mensaje (que se basa, por cierto, en el temor) a través de redes sociales no sea el vehículo idóneo para todas las audiencias. 

¿Por qué cuando se busca un voto sí diversifican el mensaje y segmentan la audiencia?

No descubro el hilo negro. Pero cabe la posibilidad de que las organizaciones públicas estén haciendo lo que pueden: y es que, contra las cuerdas y en crisis, no pueden más... dado que muchas, tampoco podían con menos.

Y no. Ya que estamos en eso: no todas las medidas de parte de lo gubernamental debieran ser bien recibidas.

Concediendo que estamos en una situación sin precedentes obvios, donde todos estamos aprendiendo sobre la marcha, deben quedar a salvo los derechos esenciales de la persona. 

En México (por no mencionar casos específicos), las restricciones de movilidad comienzan a multiplicarse. La implementación está quedando en manos de personal que no ha tenido tiempo de desarrollar capacidades para la situación extraordinaria (muchos tampoco desarrollaron capacidades para situaciones ordinarias, por cierto). Situaciones de excepcionales sin reglas es un dulce llamado al autócrata que muchos servidores públicos pueden llevar dentro.

Responsabilizar al receptor del mensaje es, apenas, una parte. Hay que preguntarnos también por el mensaje y el mensajero. 

* Profesor en El Colegio de Sonora. Doctor en Políticas Públicas por el Tecnológico de Monterrey.   


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