Tiempos y realidades


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Zulema Trejo Conteras

Las tapadas

La vestimenta femenina siempre ha sido referente de estatus social. Una mujer campesina del siglo XVII no vestía igual que las mujeres que vivían en las ciudades, ni estas usaban el vestuario utilizado por aristócratas.

Es cierto que el poder adquisitivo determinaba en gran medida lo que una mujer podía vestir o no, sin embargo, también lo hacía la zona que habitaba. Por ejemplo, el brocado (tejido de lujo) no era apto para la vida en el campo, incluso cuando las aristócratas vivían en el campo sus ropas eran más sencillas en hechura y hechas con telas de algodón.

La ropa también dio origen a la creación de personajes que han pasado a formar parte de la historia, uno de ellos es el de la tapada. Las tapadas eran mujeres que “escapaban” de sus hogares para pasear por las calles de Lima-Perú sin compañía masculina. 

La transgresión de esta norma, no escrita, ponía en entre dicho el honor de la familia a la que pertenecía la transgresora, de ahí que las mujeres optaran por ocultar su rostro con un rebozo o un manto para que no las reconocieran.

Poco a poco esta costumbre dio paso a más libertades en la forma de vestir de las transgresoras, quienes optaron por mostrar partes de su cuerpo como los tobillos, algo que en esos tiempos rayaba en la pornografía. 

Las tapadas eran mujeres infractoras en un orden social que las mantenía no solo confinadas en el hogar, sino presas de un destino que las llevaría al matrimonio o al convento. Futuras esposas de Dios o del hombre, las limeñas vieron en la vestimenta la forma de escapar, aunque fuera brevemente, transformándose en un personaje que quedó gravado en la memoria colectiva como: “las tapadas”. 

*Profesora-investigadora en El Colegio de Sonora 


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