Fuera de Ruta


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Rosana Méndez Barrón

Año viejo vs año nuevo: El recuento de los daños

En el imaginario popular el inicio de un nuevo año sirve como un punto de arranque. Es un momento de reflexionar sobre dónde estamos y como llegamos ahí, de evaluar avances y retrocesos y analizar nuestras perspectivas. Nos impulsa a tomar acciones para corregir errores y reencaminar nuestro rumbo. Como país, el nuevo año es clave pues se reajustan actividades y estrategias. En el caso de México, a 21 meses de pandemia, el 2022 evoca muchas expectativas. 

Por esta razón es necesario hacer un recuento, tanto en aspectos económicos como sociales, de cómo vamos y de lo que se esperaría para esta nueva etapa, aunque también es preciso destacar las posibles amenazas, que nuestros resultados previos han ocasionado.

Aunque muchos no lo consideran importante, el PIB es el indicador económico más esencial. Pese a que el desempeño durante 2021 parece haber sido satisfactorio, considerando la debacle a causa de la pandemia de COVID-19, aun no nos recuperamos del todo. 

El PIB nacional se contrajo 0.2 por ciento en el III trimestre de 2021y se proyecta que cierre en alrededor de 5 por ciento, un crecimiento incipiente dada la caída de 8 por ciento de 2020. Esperemos que 2022 traiga mejores resultados.

En materia de empleo, aunque la tasa de desempleo se ha reducido en los últimos meses - aspecto común en cierre de año- quedándose el mes pasado en 3.8 por ciento. 

Curiosamente lo que sí ha aumentado la tasa de empleo informal, registrando una tasa de 28.7 por ciento, la segunda más alta desde 2006. Incluso hay ciudades -como Tlaxcala, Acapulco y Oaxaca- donde la informalidad se acerca y/o supera al 40 por ciento de la PEA. Otro dato preocupante es la desocupación femenina: la ENOE señaló recientemente que 4.7 millones de mujeres mexicanas mayores de 15 años están “disponibles para trabajar sin posibilidades de búsqueda de trabajo”; una cifra contrasta drásticamente con los 2.8 millones de hombres en la misma situación. 

Además, los ingresos de las trabajadoras mexicanas son apenas el 60 por ciento del de los hombres. Definitivamente, las crisis tienen a afectan de forma diferenciada a los géneros.

Algo que si podemos presumir, en términos de crecimiento, es los precios. Si algo ha distinguido a este 2021 –y como nunca en los últimos 20 años- es la inflación. En términos de cifras no debería ser preocupante, pues nos mantenemos aún por debajo del 10 por ciento, sin embargo eso no aplica para los bolsillos de dos terceras partes de la población cuyos alcanzan para menos. 

De acuerdo a INEGI, la tasa de inflación anual en México para noviembre de 2021 fue de 7.4 por ciento. Los productos que más se encarecieron fueron los agropecuarios y los energéticos, muy requeridos como materias primas.

Todos estos factores han afectado seriamente nuestra recuperación. Los ajustes presupuestales al parecer no han sido suficientes; esperemos que no se tengan que tomar medidas drásticas más adelante. 

Aunque no contamos con las mejores referencias de inversión, un aspecto que da tranquilidad en este incierto escenario es que nuestro comercio se mantiene y las empresas exportadoras han soportado la presión, eso puede ser una alternativa a mediano plazo. Desafortunadamente no podemos decir lo mismo de los sectores paraestatales, estos no ofrecen buenos datos.

En el ámbito social dos problemáticas en la que México se ha distinguido son 2: pobreza e inseguridad. 

Las 2 son fenómenos estructurales que nos han acompañado casi desde siempre, al menos la primera. Hay quienes las señalan como efectos colaterales de la insuficiencia económica y de las políticas neoliberales de los últimos 30 años, no obstante, el escenario no ha cambiado mucho con “las nuevas estrategias de política del bienestar”, al contrario se han agravado.

Aunque curiosamente la pobreza no se incrementó en 2020, entre el segundo y el tercer trimestre de 2021 la población con ingresos inferiores a la canasta alimentaria pasó de 39.9 a 40.7 por ciento, de acuerdo a CONEVAL. 

Ello indica que alrededor de 52 millones de personas en México experimenta algún tipo de pobreza. El porcentaje de población en situación de pobreza extrema también aumentó de 7 por ciento a 8.5 por ciento entre 2020 y 2021 (un aumento de 8.7 a 10.8 millones de personas). Una cifra más que preocupante, más en un escenario de incertidumbre como el que aún experimentamos.

La inseguridad, por su parte, se mantiene. Algunos indicadores, como el de percepción se han reducido, sin embargo todavía más del 75 por ciento de la población, 7 de cada 10 personas, dice “sentirse inseguro” (en 2020 esta fue de 78 por ciento). 

No obstante los datos son contradictorios al ambiente que percibimos por los medios y en nuestra cotidianidad: balaceras, asesinatos, ataques. Algo definitivamente no está bien.

Al final parecería que no queda más que ser positivos y confiar en que el halo de felicidad y esperanza que siempre trae consigo el año nuevo nos ilumine y encamine. Sin embargo, si algo es cierto es que las necesidades no se cubren con aire. Para que un país avance no basta con "bondad" ni "buenos deseos", lo que se requiere son recursos, sea extraerlos o producirlos. 

Confiemos en que estamos en la senda y que se pueda finalmente recuperar lo perdido en 2020. Esperemos también que se impulsen acciones para aliviar algunas de las problemáticas, al menos las económicas, pues es un requisito para mejorar las sociales.

*Economista y especialista en ciencias sociales. 

*Docente en UES Hermosillo y asistente de investigación en CEGAP-COLSON. 


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