Los callejones de La Condesa


colson

Zulema Trejo Contreras

En el libro Historia, tradiciones y leyendas de las calles de la Ciudad de México, se relata que en tiempos coloniales se encontraron, a la entrada de un callejón, dos carruajes, uno pretendía entrar por el lado izquierdo, otro por el derecho, pero ninguno podía hacerlo si uno de ellos no retrocedía, puesto que la anchura no permitía el paso de ambos vehículos. 

La cortesía dictaba que uno debía ceder el paso, pero la preeminencia de quienes ocupaban los carruajes decía que quien cediera el paso sería considerado de rango inferior al otro, y las pasajeras, ambas condesas, no estaban dispuestas a ser consideradas una inferior a la otra, así que los dos vehículos obstruyeron todo el día el callejón, hasta que alguien tuvo la idea de recurrir al virrey para que resolviera el problema.

Una vez que llegó el virrey ordenó a las dos condesas que retrocedieran al mismo tiempo, y que tomaran otra ruta para llegar al sitio a donde se dirigían.

En los últimos años, en Hermosillo, están surgiendo muchos sitios que pueden disputarse con todo honor el título de callejones de la condesa, y es que la cantidad de autos, aunada tanto a la disponibilidad de espacios para estacionamiento como a nuestra costumbre de querer estacionarnos lo más cerca posible del sitio al que se va, hace que algunas calles sean algo muy parecido al callejón de la condesa, ya que dos autos en direcciones opuestas no pueden transitar por ellas.

A esto hay que añadir la alta velocidad a la que suele manejarse en Hermosillo y tenemos los elementos listos no sólo para el enfrentamiento de “condes” o “condesas”, sino para el atropellamiento de peatones a los que no se ve venir, de choques porque los mismos carros impiden ver a otros autos. Afortunadamente en nuestra ciudad no hay, o al menos no he sabido que haya, dos personas que hayan preferido pasar todo el día a la entrada de una calle porque si cede el paso, su rango social sería rebajado. 

Algunas calles no son angosta de por sí, es decir, no fueron trazadas para que el paso simultáneo de dos autos fuera imposible, lo que las convierte en callejones es nuestra conducta que no respeta los lineamientos de tránsito y aparcamos en ambas aceras cuando está prohibido hacerlo, compramos tantos autos como podemos y/o necesitamos sin pensar que las casas no tienen espacio para estacionamiento para más de un carro, por lo cual las calles se tornan en aparcamientos y transitar por ellos es difícil sino imposible. 

Me comentaban en cierta ocasión que en Japón no se permite o permitía la adquisición de un vehículo sin previa comprobación, con planos, de que la persona que deseaba hacer la compra contaba en su casa con espacio para estacionamiento y que no les causaría molestia a los vecinos. 

Supongo que en México estamos muy lejos de tener necesidad promulgar una legislación similar, pues nuestro país cuenta con bastante más espacio que Japón pero si no lo sabemos usar, no habrá territorio que alcance para evitar el surgimiento de callejones de la condesa.  


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