Tiempos y realidades


colson

Zulema Trejo Contreras

Al estilo Hermosillo 

La capital sonorense ya no es el “pueblito sencillo” del que habla la canción Sonora querida, ahora es una ciudad con todas las consecuencias que ello implica. Una de las cosas menos gratas de vivir en Hermosillo es el tráfico. Conducir en Hermosillo es un acto temerario que desafortunadamente ya forma parte de nuestra cotidianidad. 

Tal vez si antes de subirnos al carro hiciéramos un repaso de lo que sucede en las vialidades hermosillenses, pensaríamos dos veces antes de encender los motores ya que para nadie es desconocido que en esta ciudad las reglas de conducir parecen ser las excepciones. 

Los carros que circulan la más de las veces no usan los direccionales, rebasan los límites de velocidad señalados, se pasan semáforos en rojo ya no digamos en amarillo. Los cambios de carril son azarosos, las zonas de estacionamiento a veces son casi a mitad de la calle si así conviene al automovilistas, por las noches se circula con las luces altas a pesar del peligro que implica deslumbrar al conductor que viene detrás. 

Los altos de cortesía no se respetan… si a todo esto añadimos el pésimo estado de las calles, la escases de señalamientos, la falta de letreros con el nombre de las avenidas y las calles tenemos los elementos para que se desate una tormenta perfecta.

En las calles de Hermosillo la tormenta perfecta se materializa en la forma de los continuos accidentes automovilísticos, a veces leves, en ocasiones catastróficos. 

En términos estadísticos no puedo asegurar que haya aumentado el índice de personas atropelladas, pero el manejo al estilo Hermosillo, el descuido de los peatones al cruzar las calles y la poca o nula planeación urbana para el tránsito peatonal me hace pensar que la posibilidad de que alguien sea atropellada/o es cada vez más alta. 

¿Es Hermosillo una excepción en cuanto a los problemas de tránsito? Desafortunadamente no, pero eso no implica quedarnos sin hacer nada, por el contrario hay que proponer soluciones a los gobiernos en turno, o mejor aún, implementar soluciones nosotros mismos, por ejemplo acatar la prohibición de hablar por el celular mientras se conduce, respetar altos y semáforos. 

También sería de ayuda que los peatones cruzaran por las zonas señaladas para ello, aunque eso implique caminar unos metros más. Quizá si todos pusiéramos nuestro granito de arena las posibilidades de un choque o un atropellamiento disminuirían, sino drásticamente, si lenta pero sostenidamente. 

*Profesora-investigadora en El Colegio de Sonora.


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