Malestar en Latinoamérica y primer año de Gobierno de AMLO


colson

Alvaro Bracamonte Sierra

El Gobierno brasileño anunció que posponía todas las reformas programadas. La explicación no podía ser más extraña: Las protestas ciudadanas que afectan a casi todos los países latinoamericanos motivadas por la puesta en práctica de políticas impopulares como el aumento de la gasolina y del transporte urbano. El ultraconservador Presidente de Brasil debió pensar que “el horno no está para bollos”. 

Pero no resultaría temerario deducir que las movilizaciones no necesariamente derivan de las medidas referidas. Pareciera más bien que constituyen el pretexto perfecto para sacar agravios sociales incubados años atrás. En Chile, por ejemplo, las protestas han propiciado un acuerdo impensable hasta hace unos cuantos meses: La renuncia del gabinete y el inicio de negociaciones dirigidas a desmontarla arquitectura institucional heredada del régimen militar pinochetista. 

Se trata de eliminar de una vez y para siempre lo que queda de esa dictadura, que en términos económicos estaba inspirada en el monetarismo. Para efectos prácticos, Chile se considera la cuna del neoliberalismo latinoamericano.

Llegar a ese acuerdo ha resultado sumamente costoso. Se han perdido muchas vidas debido a la represión militar y policiaca; el prestigio de ese país y el del presidente Piñera se han reducido abruptamente. 

De hecho, pese a la voluntad presidencial de responder con cambios importantes a las demandas ciudadanas, la movilización no acaba y no se sabe a dónde conducirá la rabia que carga cada chileno.

Ecuador y Colombia están sumergidos en problemas parecidos. En ambos casos la protesta callejera tiene sumidos a sus gobiernos en crisis políticas de pronósticos reservados. 

En los dos países los presidentes cuentan con una aprobación que más bien se acerca a una desaprobación generalizada. Duque de Colombia y Lenin Moreno de Ecuador, provienen de partidos conservadores o han aplicado programas económicos dictados prácticamente por el Fondo Monetario Internacional. En las dos naciones los autoridades adoptaron varias iniciativas en aras de aligerarla tensión social prevaleciente. 

Sin embargo, no han sido suficientes para impedir que la gente siga molesta y movilizada.

En Argentina la protesta se resolvió en la urnas: Los argentinos decidieron sacar al empresario derechista Mauricio Macri y devolver el poder a los peronistas, quienes, sensibles del delicado momento que se vive en América Latina, están empujando hacia un programa económico que coloque en el centro las justas demandas ciudadanas. 

En Uruguay el proceso es distinto: La derecha se sentía ganadora por la clara ventaja que le daban los sondeos; sin embargo, los resultados del domingo dieron un vuelco radical y hasta este día se podrá saber quién es el ganador, dado lo cerrada que estuvo la votación. Lo cierto es que Lacalle, favorito para alzarse con el triunfo, no podrá desarrollar un programa económico conservador, como lo hubiera querido, pues de atreverse estaría azuzando al tigre uruguayo. Bolivia es otra historia que requiere un análisis especial; será en otra oportunidad. Pero las protestas y la represión que allá se registran son el común denominador en Latinoamérica. 

En ese contexto, México parece cocerse aparte. Al margen de la violencia ligada al crimen organizado, el País experimenta una paz sociopolítica sin comparación ¿A qué se debe esta atípica armonía social? Una hipótesis sugeriría que los mexicanos se sienten atendidos por el Gobierno encabezado por López Obrador quien, como se sabe, ha propuesto un proyecto de país ajeno al neoliberalismo y a los privilegios. 

Por lo menos eso es lo que se desprende de las encuestas recientemente publicadas en las que AMLO mantiene un alto nivel de aceptación. En esa hipótesis cabe otra: De no haber ganado López Obrador probablemente las tensiones sociales y políticas del País ya se hubieran desbordado como ocurre en toda AL.

Este es quizá el mejor reconocimiento para el tabasqueño que el domingo próximo cumple un año al frente del timón nacional. 

* Doctor en Economía. Profesor-investigador de El Colegio de Sonora. 


Scroll to Top