Punto de inflexión


colson

Alvaro Bracamonte Sierra

Podríamos clasificar lo hasta ahora publicado en dos bandos: Quienes están de acuerdo en la decisión tomada por el Gobierno federal de liberar al hijo del "Chapo" y los que están en contra. Los primeros destacan que la entrega de Ovidio evitó una masacre; los detractores, en cambio, acusan que fue una debilidad de la 4T y se lanzaron con todo. Han dicho que el Gobierno federal fue humillado, que todo es improvisación, que Culiacán confirmó lo fallido de la estrategia contra la inseguridad, que esta debe replantearse y, en el colmo de la hilaridad, han reclamado la renuncia del secretario de Seguridad y del mismísimo Presidente.

No se quedaron con nada, fue su catarsis. Esperemos que con el paso de los días recuperen la cordura. Lo cierto es que el “culiacanazo” exhibió muchas cosas: El operativo no estuvo preparado en forma adecuada y evidentemente meterse en Culiacán no es cosa de acordarlo en la noche y ejecutarlo en la mañana. Sin embargo, pese a las fallas no alcanza para demostrar que la estrategia es incorrecta. 

De hecho, los números duros dicen otra cosa. Veamos algunos. La inseguridad en el País se mide a través de cinco indicadores: Homicidios dolosos, secuestro, extorsión, robo de vehículos con violencia y robo de vehículos sin violencia. De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, en diciembre de 2018 se registraron 172 secuestros; para septiembre del año en curso 119; esto es, la tasa anualizada revela una caída de 1.6 a 1.1% en ese periodo. 

Una situación similar se observa en el robo de vehículos en sus dos variantes: Los robos con violencia en diciembre de 2018 fueron 5,323 contra 4,436 en septiembre pasado. El robo de autos sin violencia ascendió a 9,082 en diciembre y 7,407 en septiembre. En donde el comportamiento no muestra una tendencia a la baja es en extorsiones: Al inicio del sexenio de AMLO eran 557 mientras que en septiembre de 2019 se ubicaron en 700. 

Salvo este último renglón, se deduciría que la estrategia contra la inseguridad viene mostrando resultados favorables. No obstante, la sensación sigue siendo negativa, lo que probablemente se explica porque los homicidios dolosos o de alto impacto tienen un efecto muy significativo en la percepción ciudadana. El secretario Durazo señaló en la conferencia mañanera del 14 de octubre que la tendencia, en ese indicador, mostraba un punto de inflexión al estabilizarse el crecimiento desorbitado que se registraba en años anteriores. 

Las cuentas manejadas por el sonorense son las siguientes: De diciembre de 2018 a agosto de 2019 el incremento fue apenas visible: Apenas de 0.4%, cuando en periodos comparables de 2016, 2017 y 2018 el aumento fue de 2.8, 1.9 y 0.8%, respectivamente. En esta tendencia se basó el secretario para ubicar un punto de inflexión, esto es, un cambio estructural en la trayectoria registraba en ese delito. Si somos estrictos, la apreciación del funcionario fue imprecisa, considerando que los datos lo que reflejan es una reducción en la pendiente que, aunque sigue siendo positiva, es menos pronunciada. 

Es probable que, de mantenerse esa tendencia, en unos cuantos meses más se presente ese punto de inflexión y entonces sí se aprecie una reducción en el número de homicidios y por tanto una pendiente negativa en la evolución del indicador. Como ahora sabemos, todavía no terminaba de informar cuando ocurría la emboscada contra catorce policías en el Estado de Michoacán; al día siguiente se registró el enfrentamiento entre militares y miembros de la delincuencia organizada en Guerrero con saldo de otros tantos muertos y finalmente el famoso “culiacanazo”. 

 Estos lamentables hechos no deben o no deberían reducir a cero los buenos resultados de la guerra contra la inseguridad. Los datos que demuestran el avance están ahí y al menos sirven para otorgar a los responsables el beneficio de la duda. 

*Doctor en Economía. Profesor-Investigador de El Colegio de Sonora.


Scroll to Top