¿Quién manda aquí?


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Nicolás Pineda Pablos

No pasa semana sin que en Sonora no hay un crimen sangriento y con uno o más muertos. Una vez es en un restaurant familiar, enfrente de niños; otro día es una casa incendiada con mujeres y niños quemados en Empalme; otro más es una balacera con muertos y heridos en una de las avenidas más emblemáticas de Hermosillo. Pregunto: ¿Quién investiga y da seguimiento a cada uno de estos casos? ¿La Guardia Nacional? ¿La policía ministerial del Estado? ¿El C5? Entiendo que en cada asesinato y en cada aprendido hay una rica fuente de información (oficio, actividades, circulo personal, etc.) que permite armar un rompecabezas que nos diga cuáles son las redes que operan, quienes son los jefes de las bandas, por qué se les ejecuta. Pero nunca se divulga información sobre esto. Siempre existe el buen pretexto de que no se dice nada “para no entorpecer la investigación”. 

El caso es que los funcionarios de seguridad pública nunca saben nada. 

Existe una sospecha y percepción ampliamente compartida de que los delitos del crimen organizado no se investigan. Sea por temor a represalias o por colusión, solo se toma nota del asunto y el caso se archiva. Si acaso persiguen a delincuentes menores, pero muy menores. De este modo, poco a poco se les va entregando el poder a los criminales. 

Por otro lado, en cada colonia o población se sabe quiénes son los delincuentes, en qué lugarse y quiénes se dedican a distribuir drogas o metanfetaminas y quienes son los malvivientes. Se sabe incluso que las policías locales conocen la identidad de los delincuentes. El mismo Secretario de Seguridad Pública Federal, Alfonso Durazo Moreno, declaró hace cosa de dos meses que se tenía perfectamente identificados a los criminales. 

Hace unos días, la reportera de El Imparcial le preguntó al Presidente sobre el incremento de la inseguridad en Sonora y López Obrador anunció que convocaría a Alfonso Durazo para que diera un informe. Por lo menos hasta ayer jueves, este informe todavía no se daba. 

El crimen en Sonora 

Estamos en el multicitado proceso de las ranas que están dentro del agua que se calienta poco a poco y no se dan cuenta cuándo ésta comienza a hervir y mueren. 

En Sonora, en 2015 se cometieron 585 homicidios violentos; en 2016 fueron 580, para el 2017 aumentaron a 761. En 2018 fueron 933. En este año 2018, tan solo hasta el 30 de junio iban 623 homicidios, lo que anualizado significa que tendremos más de 1200 en este año. Estamos en un proceso de calentamiento lento. 

Comparados a nivel nacional, en Sonora el índice de homicidios por cada cien mil habitantes en 2018 fue de 31.1. Esto significa que estamos por encima del promedio nacional de 28.7. 

Los estados con índice más bajo son Yucatán con solo 2.6; Aguascalientes con 5.9, Coahuila con 7.7 y Coahuila con 8.1. 

Por otra parte, como los estados con tasa más alta de homicidios son: Guerrero con 63.7, Chihuahua, con 79.3, Baja California con 82.6 y el más violento de todos es Colima con 98.1 homicidios por cada cien mil habitantes. 

Sería muy tonto consolarnos con que Sonora no es todavía de los estados más violentos.

Estado débil frente a crimen fuerte 

Una de dos: O nuestras instituciones de seguridad pública son muy débiles y desorganizadas y han sido rebasadas por los criminales, o de plano están coludidas con los delincuentes y prefieren no perseguirlos y les ceden el poder de la plaza, de la región y hasta del Estado. 

 En un Estado donde el gobierno legítimo tiene el monopolio del uso de la fuerza no es tolerable que hay grupos armados que sean los que manden en el lugar y a los que no se les persiga. Son impunes a la impartición de justicia. Entonces, ¿quién manda aquí? ¿Las autoridades constituidas o el crimen organizado?   

*Profesor-investigador en El Colegio de Sonora


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